
Tienen en común playas vírgenes de blanquísima arena, aguas transparentes, naturaleza exuberante, infraestructuras adecuadas, cálidas temperaturas, gente acogedora… y, sobre todo, ser lugares que aún no están invadidos por turistas. Son espacios para descansar, practicar deportes, descubrir paisajes y culturas diferentes, olvidarse del mundo… y de la crisis.
Son tres de las nuevas apuestas de los touroperadores internacionales, y destacan por originales entre el catálogo de destinos para el próximo verano, a precios muy atractivos.

Roatán, el paraíso recién descubierto
Roatán es la joya de Honduras, un destino turístico bastante desconocido. La propuesta permitirá descubrir y disfrutar de un lugar que ya fue codiciado hace siglos y cuyo nombre en el idioma de los primitivos indígenas quiere decir «Reino Celestial», toda una premonición y, además, la mejor definición.

Junto con sus hermanas Utila y Guanaja, a 30 kilómetros de la costa, forma las llamadas Islas de la Bahía. Sus señas de identidad la definen como un paraíso vacacional: blancas playas, aguas limpias y transparentes, colinas cubiertas de jungla tropical, un magnífico arrecife, gente agradable, culturas únicas y auténtico encanto caribeño. Los isleños poseen una enigmática belleza, cabellos rizados, ojos expresivos y pieles entre moreno tostado y el negro más dulce. Algunos gustan definirlas como el secreto mejor gustado del Caribe.

Aunque no tanto, pues su popularidad va en aumento y, aunque casi todos aquí buscan el anonimato, hay quien cuenta que en sus playas ha visto a Tiger Woods o Julio Iglesias y estrellas como Jaclyn Smith, Richard Gere, Michael Douglas y Catherine Zeta-Jones, algunos con sus propias casas o restaurantes.
Roatán y las otras islas forman parte de los Cayos Cochinos, que además de ser una de las principales zonas turísticas de Honduras, está incluida dentro de un parque nacional que preserva la naturaleza. En sus tierras los navegantes sin bandera escondían tesoros o se refugiaban de las tormentas; hoy, de aquel pasado aventurero solo quedan los nombres, usados para las tabernas, hoteles y restaurantes.

En este paraíso sobran las propuestas para disfrutar de la fauna y la flora. Se puede visitar el Roatán Butterfly Garden, a 5 minutos de la entrada principal del West End Village y observar mariposas con nombres curiosos como: lechuza, cebra, helicóptero, petardo, Julia, monarca y reina. Roatán es un destino especialmente querido por los buzos de todo nivel y amantes del océano. Muy cerca se encuentra la segunda barrera arrecifal más grande del mundo, con gran diversidad de flora acuática, peces, corales, esponjas y restos de naufragios.

Natal, el imperio del sol
Sobre Brasil y sus diversos atractivos turísticos parece estar todo dicho. Pero en ese inmenso país aún existen lugares por descubrir. Este es el caso de Natal, capital del Estado de Río Grande do Norte.
Grandes peñascos y acantilados, bellos ríos y manglares llenos de vida, son algunos de los encantos que la rodean y la convierten en una gran opción turística brasileña. Ahí, es posible disfrutar de más de 300 días de sol al año, una temperatura promedio de 26ºC y magníficas playas enmarcadas por palmeras, arenas finísimas y aguas tibias; todo se une para que la estancia en Natal sea la más agradable. Y por si fuera poco, Natal goza del aire más puro de América, según la NASA.

Natal no posee grandes edificios coloniales, ni un patrimonio artístico digno de mención, pero las formidables arenas de su Vía Costeira, desde la Playa de los Artistas hasta Punta Negra, diez kilómetros abajo, atraen a los turistas que disfrutan en cualquier época del mejor clima, el mar más limpio y las arenas más finas de América.
En playa Maracajaú, los buzos pueden disfrutar de hermosos arrecifes antes de llegar a Punta del Calcanhar, donde está el faro más alto de América, de 65 metros, o a la ciudad de Touros, donde se firmó el tratado que marcó el nacimiento de Brasil como nación, apadrinado por Américo Vespucio, quien dio nombre al continente.

Aunque con sus playas y paisaje, no haya ganas de adentrarse en la ciudad, Natal es una villa moderna, agradable, limpia y segura. Su monumento más famoso (y único) es el Forte dos Reis Magos, que data de 1598 cuando los portugueses se establecieron en la desembocadura del río Potengi, de hecho, de ese día de Navidad (Natal en portugués) viene el nombre de la ciudad. El fuerte queda aislado durante la marea alta y hay que cruzar por una pasarela. Otro edificio singular es la antigua prisión, trasformada en Centro turístico en el que cada celda es un escaparate de artesanías. Los jueves hay sesión del baile del lugar, el «forró» para los turistas.
Otro atractivo de Natal es el Parque das Dunas, el segundo más grande del país, en el que hay senderos, pistas para caminata y varias alternativas de esparcimiento para niños y adultos. En Natal hay que probar su gastronomía peculiar, como la carne de sol, paçoca de pilão, queijo de manteiga, y otros platos preparados a base de frutos de mar.

Gambia, reserva natural
El sol y las doradas playas han convertido a Gambia en un lugar de vacaciones y escapadas, sobre todo en invierno. Pero además de ello y de sus complejos hoteleros, vale la pena conocer sus reservas naturales y las ruinas de antiguos centros de esclavos.

Para extraer su esencia hay que tomar el sol en playa Serekunda, observar aves en la Reserva Natural Abuko, descender el río Gambia y observar la flora y la fauna, probar el domodah, un guiso de cacahuetes con arroz o el benechin, arroz con una espesa salsa de pescado y verduras, regado con JulBrew, una cerveza local. Solo algo no hay que hacer: silbar cuando ha oscurecido; es tabú.

Gambia es un país llano, su altitud no sobrepasa los 300 m.s.n.m. Está rodeada por Senegal al norte, sur y este; al oeste está el Atlántico. Al país lo atraviesa de este a oeste el río Gambia. La mitad de su recorrido es navegable, plagado de meandros, con una desembocadura de diez kilómetros de ancho. Se dice que las fronteras del país se trazaron siguiendo los cañonazos a babor y estribor de un buque de guerra inglés mientras subía el río Gambia.
Cerca de su desembocadura se encuentra la Isla James, antiguo puerto de salida del comercio de esclavos, declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. La Isla contiene numerosos vestigios de la penetración europea en África, desde el S. XV hasta su independencia. El cauce del río constituye la primera ruta comercial hacia el interior del continente y fue base para el comercio de esclavos. Los vestigios de ello constituyen no sólo un patrimonio histórico, sino un símbolo para la Diáspora africana.

Otro Patrimonio de la Humanidad desde 2006 son los Círculos megalíticos de Senegambia, que en cuatro grupos (Sine Ngayène, Wanar, Wassu y Kerbatch) concentran1000 monumentos.
Además de las playas, sus mejores encantos son las reservas naturales. La vegetación es rica y variada. En el estuario y la costa se encuentra un paisaje tupido de mangles y caña; mientras las zonas bajas de agua dulce, río adentro, están cubiertas de un exuberante bosque tropical, donde destaca el bambú. Hay también grandes áreas pobladas de árboles como el cedro, caoba, caucho, palma de aceite… aunque es el baobab el más majestuoso, casi un símbolo nacional.
En cuanto a fauna se pueden encontrar cocodrilos, hipopótamos, leopardos, jabalíes, antílopes, monos… Pero quizás lo más importante sea la variedad de aves, más de 550 especies catalogadas, que hacen del país un verdadero paraíso para los amantes de la ornitología.