La leyenda del fuego

Tradición huichol.

La leyenda del fuego.

En sus inicios los huicholes no conocían el fuego y, por ello, su vida fue muy dura, En las noches de invierno, cuando el frío descargaba sus rigores sobre la sierra, hombres y mujeres, niños y ancianos, padecían mucho. Sólo deseaban que la noche terminara para que el sol del día, con sus caricias, les diera el calor que tanto necesitaban. No sabían cultivar la tierra y habitaban en cuevas.

Fuego que cae

Un día el fuego se soltó de alguna estrella y cayó, provocando el incendio de varios árboles. Los vecinos de los huicholes, enemigos de ellos, apresaron al fuego y no lo dejaron extinguirse. Nombraron comisiones que se encargaron de cortar árboles para saciar su hambre, porque el fuego era un insaciable devorador de plantas, animales y todo lo que se ponía a su alcance.

Estando en una cueva, el venado, el armadillo y el tlacuache tomaron la decisión de proporcionar de forma perenne a los huicholes tan valioso elemento, pero no sabían cómo hacer para lograr su propósito.

Todos ellos pasaron múltiples peripecias para lograrlo, especialmente el tlacuache que se quemó la cola.

Regalo perenne

Después de días y meses de lucha, finalmente los huicholes bailaron felices toda la noche. El generoso tlacuachito, que tantas peripecias pasó para proporcionarles el fuego, perdió para siempre el pelo de su cola; pero vivió contento porque hizo un gran beneficio al pueblo. En cambio, cuenta la gente que el tigre fue a dar a la luna y que todavía se le puede ver ahí de noche, parado con el hocico abierto.

Herencia mágica

El pueblo huichol es un grupo indígena mexicano que habita en el norte de Jalisco y parte de Nayarit, Zacatecas y Durango. Hasta ahora conserva costumbres muy antiguas. Los hombres visten pantalón y camisa de manta blanca con algunos bordados, faja y sombrero. Las mujeres usan falda amplia, blusa de percal, un paliacate sobre la cabeza y, en ocasiones, el quechquémitl, que es un pequeño jorongo triangular.

Dicen que sus «abuelos» son el sol y el fuego; sus «abuelas», la fertilidad, la luna y la tierra, sus «tías», la lluvia y las tormentas. Por eso, sus herencias mágicas, las representan en sus bordados y otros trabajos artesanales.

Más información: Biblioteca Digital del ILCE

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