Cuenta esta leyenda que en sus inicios los huicholes no conocían el fuego y, por ello, su vida era muy dura e inclemente.
Cuenta la leyenda que el escribiente aseguró el porvenir de su familia labrando una fortuna con los polvos del Virrey.
Los chom bajaron pero para su sorpresa sus plumas ya eran negras y su cabeza pelona. Desde entonces vuelan lo más alto para que no los vean...
A principios del Siglo XVI, los habitantes de la Nueva España observaban a un misterioso hombre que se le conocía como “El Armado”.
Xbalanqué y Hunahpú emergieron del Xibalbá como el sol y la luna -dones para los mayas- y se elevaron al cielo.
Se dice que Tepoztécatl nació de una princesa, cuyo embarazo fue producto del amor entre ella y el dios Ehécatl, a quien se entregó de forma sublime y sin condiciones.
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