Lovaina, pequeña ciudad belga, orgullosa de su patrimonio artístico, te espera para sorprenderte con el animado ambiente que se vive en sus calles repletas de historia. La oferta cultural y de ocio es amplísima en forma de conciertos, festivales o galerías de arte, lo que proporciona a la ciudad un aire desenfadado y cultural muy atractivo.
Una vez llegados a Lovaina, la exquisita amabilidad belga se deja sentir. Lo primero es acercarse a la Oude Markt o plaza del Mercado Viejo para disfrutar, con suerte, del tibio sol que algunos días baña estas tierras del norte de Europa. El clima en general de Bélgica, es húmedo y frío en invierno, pero si tu viaje tiene lugar en días de primavera o verano, disfrutarás de jornadas en las que la temperatura es muy agradable, sin el fuerte calor de latitudes más sureñas.
Aroma de malta
Al acudir a la citada Oude Markt ocupa alguna de sus innumerables terrazas y saborea una de las delicatessen de la gastronomía belga: la cerveza. De hecho, en Lovaina se elabora una de las más reputadas del país, la Stella Artois, e incluso si más tarde deseas saber más sobre este oro líquido, puede ir a la fábrica InBev, la cervecera más grande del mundo, donde se aprecia la calidad de cervezas tan valoradas internacionalmente como la citada u otras marcas como la poderosa Leffe o la blanca Hoegaarden.
Aposentados en la plaza y consultando folletos, muchos ellos con información en español, se puede organizar la visita a Lovaina. En los planos se observa como la ciudad vieja forma un círculo casi perfecto rodeado íntegramente por murallas medievales. Prácticamente todo lo que merece una visita se halla en el casco urbano intramuros, por lo que a todo se llega con paseos cortos y agradables.
De hecho, como en otras muchas ciudades del país, las calles del casco histórico tienen un tráfico reducido, y predominan los desplazamientos a pie y, sobre todo, en bicicleta, toda una tradición en Bélgica y en su vecina Holanda.
Dos imperdibles
Así, caminando o en bici, existe un servicio público de alquiler, podemos llegar hasta el corazón de la ciudad, la Grote Markt, la Gran Plaza. Ahí están los dos monumentos más destacados del lugar. A un lado, la Colegiata de San Pedro, y en frente el impresionante Stadhuis o Ayuntamiento.
La Colegiata de San Pedro es una iglesia del siglo XV en cuyo interior se conservan las obras de arte más valiosas de la ciudad, todas ellas de artistas belgas medievales, su cuadros cuelgan en importantes museos del mundo como el Louvre de París, el Prado de Madrid o el Metropolitan de Nueva York, es el caso de los pintores de la talla de Quentin Metsys, Van der Weyden o Dirk Bouts, respectivamente.
En cuanto al Stadhuis, es un edificio sublime del singular estilo gótico brabantino, un tipo de arquitectura que nació aquí en Lovaina, en el siglo XV y que se extendió por todos los Países Bajos. La fachada del Ayuntamiento es espectacular, repleta de miles de esculturas y detalles que hacen que el turista se quede un buen rato extasiado ante semejante cantidad de trabajo y de arte.
Tradición universitaria
Desde la Grote Markt parte la principal calle de Lovaina, llamada Naamsestraat. En esta vía hay numerosos colegios universitarios con una larguísima historia. Y como colofón de la calle se llega hasta el Groot Begijnhof, un enorme pensionado estudiantil, en el que parece haberse detenido el tiempo, ya que todos sus edificios se han conservado intactos durante siglos y por eso la UNESCO declaró este lugar Patrimonio de la Humanidad.
La explicación a tal proliferación de colegios, pensionados y facultades universitarias radica en que Lovaina fue una de las primeras universidades que se fundaron en Europa, allá por el siglo XV. Y esa tradición se mantiene hasta nuestros días, ya que a la ciudad acuden estudiantes de todo el continente, principalmente a estudiar leyes y derecho comunitario, dado que sus facultades son las más prestigiosas en estas materias.
El porcentaje de población joven y de muy diversos orígenes es altísimo aquí, por ello no ha de extrañar la gran cantidad de bares y restaurantes existentes en la ciudad, ya que no todo es estudiar, también es importante un poco de diversión y, si es posible, a precios reducidos. Porque lo cierto es que a la enorme oferta de locales hay que añadir unas tarifas relativamente baratas, en comparación con otras ciudades belgas de gran atractivo turístico como Brujas o Gante.
Esa cantidad de población joven y culta hace que la oferta cultural y de ocio sea amplísima en forma de conciertos, festivales o galerías de arte, lo que proporciona a la ciudad un aire desenfadado y cultural muy atractivo. Sirva como ejemplo la bella Iglesia de San Miguel, un templo barroco del siglo XVII, que en la actualidad llega a acoger muestras de arte contemporáneo.
Belleza plástica de Lovaina
Pero no acaban aquí los atractivos de Lovaina. Para los amantes de la flora existe la posibilidad de ir al Jardín Botánico o Kruidtuin, cuyas plantaciones se iniciaron en el siglo XVII y que posee especies de gran belleza y muy difíciles de ver en otros lugares.
En definitiva, visitar Lovaina es todo un deleite para cualquier viajero. Es una ciudad pequeña, acogedora y accesible para todo el mundo. Sus atractivos monumentales e históricos son de gran belleza plástica. Las oportunidades de divertirse son cuantiosas y muy variadas. Económicamente, es más barato que otros lugares de Bélgica. Y, sobre todo, sus habitantes están encantados de recibir a visitantes, por lo que, pese a las dificultades con el idioma, el trato con ellos es muy fácil y grato.
Más información: Visit Leuven