La ciudad de México, llamada “Ciudad de los Palacios”, es uno de los sitios más interesantes por descubrir, gracias a que aquí confluyen tres de los rostros más conocidos de México: el prehispánico, con su majestuoso Templo Mayor; el colonial, con edificaciones civiles y religiosas de los siglos XVI al XIX, y el moderno, con sus modernas construcciones vanguardistas, como la Torre Mayor.
En la primera década del siglo XIX el barón Alejandro Von Humboldt, en razón de su visita y estancia en la Nueva España, bautizó a su capital como “la Ciudad de los Palacios”. No le faltaba razón para hacer esta afirmación, pues a finales del siglo XVIII la ciudad de México era un conjunto impresionante de obras maestras de arquitectura.
Su importancia es tal, que a lo largo de su historia ha jugado un papel preponderante en la vida nacional. Primero, fue el eje político-religioso del imperio azteca; una vez culminada la conquista de México-Tenochtitlán, se convirtió en la capital de la Nueva España y, posteriormente, del territorio mexicano independiente.
Hoy en día, son pocos pero significativos los inmuebles que se conservan del siglo XVIII al XIX del barroco al neoclásico, que aunados a los que conservamos de los siglos XVI y XVII (del período plateresco), enriquecen nuestro patrimonio inmueble.
En el pasado, se tenía que lidiar con la incultura y la falta de sensibilidad para prever el desarrollo urbano y evitar la piqueta en aras del «progreso», que derribó incontables maravillas.
Sin embargo, todavía es posible visitar algunos de aquellos palacios, y otros de una época más reciente. Acceder a lo que en otra época fueran residencias de los nobles, es un pequeño placer que no debe pasar por alto quien visite la ciudad de México.
Palacio del Ayuntamiento
Edificio que ocupa la mitad occidental de la acera sur del Zócalo, entre la calle 5 de Febrero y la avenida 20 de Noviembre. Fue construido entre 1720 y 1724.
Palacio de Bellas Artes
Obra monumental es el Palacio de las Bellas Artes, ubicado a un costado de la Alameda Central, sobre la actual Avenida Juárez, construida por el arquitecto italiano Adamo Boari.
Su construcción se comenzó el 1 de octubre de 1904. La obra se debería haber terminado en cuatro años, pero se demoró primero a causa del aumento de los costos y poco después por los hundimientos.
Boari deja el país en 1916 y a lo largo de los siguientes tres lustros se efectuaron algunos trabajos de poca importancia, hasta que se reinician las obras en 1932, bajo la dirección del arquitecto mexicano Federico Mariscal, antiguo discípulo de Boari y quien concluyó totalmente el Palacio en marzo de 1934, inaugurándose el 29 de septiembre de ese año.
La estructura del edificio es de acero, con muros de concreto y recubrimientos de mármol. Las grandes superficies exteriores se recubrieron con mármol blanco y sepia claro mexicano; todos los elementos escultóricos y los órdenes arquitectónicos (columnas y cornisas) se labraron en mármol de Carrara. El grupo escultórico más importante es el altorrelieve del luneto mayor, ubicado al centro, que representa el tema musical de La Armonía, al que se agregan los grupos de La Inspiración y La Música, sobre el arco, para formar un conjunto llamado por Boari La Sinfonía. Su ejecución fue obra del italiano Leonardo Bistolfi. Los altorrelieves de las fachadas laterales, brotando directamente de los muros, son cuatro colosales desnudos de mujer del escultor A. Boni.
Cuenta en su interior con murales de Rufino Tamayo, Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Jorge González Camarena y Manuel Rodríguez Lozano. Además de obras escultóricas de Fiorenzo Gianetti y del húngaro Géza Maróti; el diseño de las cúpulas es de Roberto Álvarez Espinoza y corresponde completamente al estilo decorativo dominante hacia 1930: el art déco. En la última planta del edificio se encuentra el Museo Nacional de Arquitectura.
El Palacio de Bellas Artes es considerado en la actualidad uno de los teatros más importantes, bellos y grandes del mundo. Su función como museo es también sobresaliente. Es, desde su inauguración, el centro cultural más importante en su género de la República Mexicana.
Palacio de Buenavista
Edificio de estilo neoclásico construido por Manuel Tolsá. En 1899 fue arrendado por la Tabacalera Mexicana. En 1935 la construcción fue ocupada por la Lotería Nacional. Actualmente es sede del Museo Nacional de San Carlos y alberga la colección de la academia del mismo nombre.
Palacio de las Comunicaciones
Sobre los terrenos de lo que fuera el hospital de San Andrés, donde se veló y embalsamó el cadáver de Maximiliano, se inició en 1904 la construcción del Palacio de Comunicaciones y Obras Públicas. La obra fue encargada al arquitecto italiano Silvio Contri, y se utilizaron en ella los más ricos y refinados materiales. La construcción reúne elementos neo-renacentistas, neo-barrocos y neo-clasicistas.
El Palacio fue inaugurado por el presidente Francisco I. Madero en 1911. Es sede del Museo Nacional de Arte, que conserva algunas de las obras más representativas de la historia artística de México.
Palacio de Cristal
Está situado en la colonia Santa María la Ribera, en la calle Enrique González Martínez número 10. Fue construido entre 1903 y 1905. De estilo art nouveau, está hecho de hierro, tabique prensado y vidrio. Actualmente es propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México, alberga el Museo Universitario del Chopo.
Palacio de la Inquisición
Edificio que se encuentra en la esquina de las calles República de Brasil y Repúbica de Venezuela, frente a la plaza de Santo Domingo. Ahí estuvo la llamada Santa Inquisición o Tribunal del Santo Oficio, desde 1736 hasta 1813, cuando fue suprimida por las cortes españolas. El inmueble fue construido por el arquitecto Pedro de Arrieta entre 1732 y 1736.
Hoy es sede del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina, del que dependen el Museo y la Biblioteca Histórica de la especialidad, que también se hallan ahí.
Palacio de Iturbide
Situado en el número 17 de la calle Francisco I. Madero, su diseño corrió a cargo del arquitecto Francisco Guerrero y Torres, entre 1779 y 1784. Recibió su actual nombre porque entre 1821 y 1823 habitó en él Agustín de Iturbide.
Entre 1830 y 1834 el edificio fue alquilado por el Colegio de Minería. En 1855 fue inaugurado ahí el Hotel de las Diligencias, más tarde conocido como Hotel Iturbide.
En 1966 el inmueble fue adquirido por Banamex y ahora es sede de Fomento Cultural Banamex.
Palacio de Lecumberri
El también llamado “Palacio Negro”, fue una penitenciería construida entre 1885 y 1900, de celdas dispuestas en pasillos radiales para permitir su observación y control por un único vigilante, apostado en el centro del edificio.
En 1976 el inmueble fue desalojado y los presos trasladados a los reclusorios Norte y Oriente. Al año siguiente se inició el remozamiento del edificio, que en 1982 se convirtió en la sede del Archivo General de la Nación.
Palacio de la Minería
Edificio de estilo neoclásico ubicado en el número 5 de la calle de Tacuba, obra de Manuel Tolsá, construido entre 1797 y 1813.
El edificio ha tenido diversos usos. En los años setenta se inició su remozamiento, que hizo del edificio un centro de difusión cultural de la UNAM, administrado por la Facultad de Ingeniería.
Palacio Nacional
Edificio situado en el costado este de la plaza de la Constitución o Zócalo. Está limitado por las calles de Moneda, al norte; Corregidora, al sur y Correo Mayor al este. El palacio Nacional es uno de los sitios importantes de la capital, se encuentra sobre lo que alguna vez fuera el Palacio de Moctezuma Xocoyotzin. Para 1535 este lugar, que en un inicio poseía forma de fortaleza, fue sede de los poderes novohispanos en la Nueva España, los tribunales y la cárcel de la Corte Real.
El acta de independencia de México se firmó en uno de los salones del entonces Palacio Virreinal.
Consumada la Independencia de México, en 1821, el inmueble fue denominado Palacio Nacional, por ser la sede de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Durante la época del Segundo Imperio, Maximiliano de Habsburgo promovió la construcción de diversas obras al interior de Palacio, entre otras, el Salón de los Insurgentes y la escalera de la emperatriz.
Ya en el siglo XX, para conmemorar el centenario de la Independencia de México, Porfirio Díaz mandó decorar los salones presidenciales, entre los que destacan los plafones de algunos salones y el salón Panamericano, elaborados por el arquitecto Antonio Rivas Mercado. En septiembre de 1896, instaló la campana de la iglesia de Dolores sobre el balcón central del edificio.
En 1927 Plutarco Elías Calles inició la construcción del tercer nivel y restauró la fachada, quedando como hoy se le conoce. Esta obra fue realizada por Augusto Petricioli, quien también dispuso que se cubrieran las paredes con tezontle para darle un aspecto «neocolonial». Diego Rivera ejecutó varios murales en su interior de 1929 a 1935 y de 1941 a 1952.
Los muros de distintos corredores, están decorados por majestuosas obras de uno de los muralistas más grandes que ha dado México: Diego Rivera. En La Gran Tenochtitlán, Historia de México y De la Conquista a 1930, el artista hace una síntesis elocuente de la historia nacional, desde sus orígenes prehispánicos, a través las culturas del Altiplano Central, hasta la tercera década del siglo XX, destacando los momentos más dramáticos del transcurrir nacional.
Palacio Postal
Se halla en la calle de Tacuba, haciendo esquina con el Eje Central Lázaro Cárdenas. El actual edificio, obra de Adamo Boari y Gonzalo Garita, fue construido entre 1902 y 1907. Es de estilo italianizante. Funciona como oficina de Correos y visitarlo es una experiencia para apreciar la belleza y buen gusto que impera en su decoración.
Antiguo Palacio del Arzobispado
Construido en 1530 por órdenes de fray Juan de Zumárraga. El basamento de la pirámide dedicada a Tezcatlipoca, «señor de brujos y hechiceros», sirvió de cimiento al Antiguo Palacio.
Por este motivo, a la entrada del museo encontraremos un espacio dedicado a Tezcatlipoca.
En 1720, el arzobispo Lanciego y Eguilaz dispuso la ampliación del palacio y el arzobispo Antonio Vizarrón y Eguiarreta ordenó su reedificación. La fachada del edificio representa el inicio del barroco estípite. Funcionó como arzobispado hasta 1859, año en el que fue expropiado. Se estableció ahí la Contaduría Mayor de Hacienda; más tarde, un jardín de niños y durante muchos años fue bodega.
Actualmente funciona como Museo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Museo de la Ciudad de México
Parte importante del acontecer cultural de la capital, es el Museo de la Ciudad de México, fundado en 1960 en una construcción colonial del siglo XVIII, que en su momento fuera la suntuosa residencia de los Condes de Santiago de Calimaya.
Este inmueble, localizado en Pino Suárez #30, a unas cuantas calles del Centro Histórico capitalino, ofrece al visitante una rica colección de objetos prehispánicos, coloniales y del México moderno, además de admirar el estudio del pintor Joaquín Clausell.
La Sala Prehispánica exhibe metates, cajetes, cuencos, malacates, urnas, esculturas, sahumerios, así como reproducciones de códices y mapas, objetos que muestran la forma de vida de los antiguos habitantes del altiplano mexicano. En una de las esquinas del edificio, se descubrió una cabeza de serpiente, la cual fue adosada a la fachada como un elemento decorativo más.
Bajo esta misma temática se ciñen las salas de la Época Colonial, Siglo XIX y Siglo XX, que retratan en base a objetos de uso cotidiano.
Castillo de Chapultepec
Dominando la ciudad desde lo alto del cerro del Chapulín, se localiza el Castillo de Chapultepec, recinto que resguarda una parte importante del acervo histórico de la época de Independencia.
Su construcción comenzó entre 1785 y 1787 como una mansión de descanso para los Virreyes Matías y Bernardo Gálvez, misma que nunca habitaron.
Al triunfo de la lucha de Independencia, en 1841, el Presidente Guadalupe Victoria instala el Colegio Militar en este inmueble, mismo que años después soportaría el asedio de las fuerzas norteamericanas durante invasión de 1847, gracias a la valerosa intervención del batallón de San Patricio y unos cuantos cadetes que han pasado a la historia con el nombre de los “Niños Héroes”.
A la llegada de Maximiliano de Habsburgo y su esposa, Carlota, esta fue su residencia, para años más tarde, a la caída del imperio, ser habilitada por un corto periodo como observatorio astronómico.
En 1882, el Presidente Manuel González inició las obras de adaptación de lo que sería la residencia presidencial, que habitaron desde Porfirio Díaz hasta Lázaro Cárdenas; desde 1944, es sede del Museo Nacional de Historia.
Este inmueble resguarda en sus diferentes salas interesantes objetos, desde la época prehispánica hasta la Revolución Mexicana. Una de las salas más emotivas, es la denominada “Guerra de Independencia”. En ella, se pueden apreciar distintos objetos y vestimentas de dos de los héroes independentistas: el cura Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón.
Además de estos lugares, existen otros muchos museos como el de Antropología e Historia, el Museo Franz Mayer, el de Arte Moderno, la Casa-Estudio Diego Rivera y el Dolores Olmedo, por citar algunos.
Como podemos ver, visitar la ciudad de México es viajar entre paredes antiquísimas de diversos estilos arquitectónicos, construcciones que nos hablan de historia, pero sobre todo, nos muestran una cara magnífica de la ciudad, cubierta de arte y líneas bellísimas que sin duda la hacen una de las más hermosas del mundo.
Más información: Palacios de la Ciudad de México