Un día en Pilsen

Degustando el sabor de la cerveza checa.

Ciudad de Pilsen.
Ciudad de Pilsen

El gran polo de atracción de la República Checa es Praga, pero el país cuenta con más reclamos. Entre ellos, la ciudad de Pilsen. Un lugar dónde satisfacer el espíritu y el cuerpo ante bellos monumentos, un entorno natural de ensueño y una gastronomía deliciosa, dominada por su famosa cerveza.

Una visita a Pilsen ha de comenzar en la plaza de la República, la Námestí Republiky. Es el epicentro de la urbe, su corazón desde su fundación, allá por el 1295, cuando el rey Wenceslao II decidió levantar una ciudad en la vía que unía Praga con Nuremberg, en Alemania.

En la plaza hay que elegir un bar, pedir una cerveza y sentarnos en la terraza del exterior a contemplar el panorama. Ante nosotros se eleva la catedral de San Bartolomé. Del templo, edificado en el siglo XV, llama la atención su esbelto campanario que, con más de 100 metros de altura, es la torre más alta de todas las iglesias de la República Checa.

La iglesia atrae como un imán, y por lo tanto, mejor no resistirse y entrar en ella. Ahí, envueltos en un ambiente sobrio descubrimos el altar mayor con su Madonna, a la que aún acuden peregrinos. Según la leyenda, la escultura la talló un ciego, y la Virgen maravillada con el resultado, obró el milagro de devolverle la vista.

Tranvía de Pilsen.
Tranvía

Tras eso podemos ascender hasta el campanario. Sufrir la larga escalinata compensa con la visión a vista de pájaro de todo el núcleo urbano. La perspectiva diferente y oblicua que se obtiene de la plaza deja apreciar el importante patrimonio conservado en forma de casonas de varias épocas y estilos artísticos, desde el gótico hasta la actualidad, pasando por las formas renacentistas y barrocas.

Si bien, dos edificios destacan. Uno, la elegante Arquidiócesis del siglo XVIII. Y otro, el Ayuntamiento, la Radnice, una obra rotunda ante la cual hay que pararse para admirar su fachada, que aparece colmada de motivos esgrafiados. A su lado se levanta la columna de la peste, epidemia que en siglos pasados hizo estragos entre los vecinos.

También desde el campanario se otea el resto de templos de Pilsen, con especial mención para el monasterio franciscano. Otros, algunos de ellos no cristianos como la Velka Sinagoga, cuyo volumen plasma la importancia de los judíos en el siglo XIX, época de su construcción, también saltan a la vista. La Velka Sinagoga es la mayor de toda Chequia, la segunda de Europa y la tercera del mundo, tras las gigantescas sinagogas de Jerusalén y Budapest.

Anuncio de cerveza. Pilsen.
Anuncio de cerveza

Desde la altura de la torre podemos ubicar el Museo de la Cerveza, que homenajea uno de los mayores reclamos de la ciudad. Sus salas se dedican a la prestigiosa rubia Pilsner Urquell, una de las cervezas “lager” más afamadas del viejo continente.

El museo invita a un recorrido por la historia de esta bebida, cuyo origen se remonta a 1842. Desde entonces la Pilsner Urquell es emblema de la ciudad, motor económico y por supuesto social, ya que no hay que olvidar que los checos están a la cabeza de la lista de los mayores consumidores de cerveza del mundo.

Por si fuera poco, con la entrada al museo se incluye la degustación de una jarra. Como posiblemente ya ha llegado la hora de comer, en la propia taberna del museo podremos degustar los deliciosos embutidos ahumados típicos de la región de Bohemia.

Es decir, una cerveza y un poco de embutido sirve de almuerzo, al modo checo, una comida ligera. Ideal, si después de comer vamos a conocer los alrededores de Pilsen. Un buen lugar es el lago Bolevec, al que podemos llegar en un corto trayecto en taxi, aunque eso sí, hay que procurar pactar el precio antes para que no nos estafe el taxista.

Museo de la cerveza. Pilsen.
Museo de la cerveza

A escasa distancia de la urbe, el lago Bolevec es un pulmón para sus habitantes, ya que es muy agradable caminar o hacer deporte en medio de su zona boscosa, típica de la región de Bohemia Occidental donde nos hallamos. Y si el tiempo acompaña, quizás nos demos un baño en las aguas del lago, montar en patín o en pequeñas barcas.

Al caer la tarde hay que regresar. Un ameno paseo nos acerca a las primeras avenidas del extrarradio para tomar ahí el tranvía que nos lleve al centro de Pilsen. Durante el trayecto se ven muchos de los altos bloques de viviendas levantados durante el periodo comunista para acoger a los obreros llegados a este polo industrial del país. Esos bloques, antaño, eran grises, como el clima que se respiraba con el régimen prosoviético, sin embargo ahora, en muchos edificios se han pintado sus fachadas, reflejando así la alegría que la democracia y mayores libertades trajo a sus moradores.

Ya en el centro de Pilsen, llega la hora de cenar. Un buen lugar es el bar U Salzmannu, en una calle próxima a la plaza de la República. Ahí, junto a la imprescindible cerveza, podremos degustar la sopa con la que empiezan la cena los checos, para después degustar un buen filete de carne de cerdo, la más comida en el país. Y para facilitar la digestión es recomendable beber un Becherovka, un licor elaborado con más de treinta hierbas, originario de la cercana ciudad-balneario de Karlovy Vary, un buen destino para mañana si vamos a disfrutar de otra jornada por tierras de Chequia.

Más información: Visit Pilsen

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