El Centro Histórico de la Ciudad de México

Catedral Metropolitana. Centro Histórico, ciudad de México.
Catedral Metropolitana

El Centro Histórico de la Ciudad de México representa una opción interesante, ya sea para aquellos que vienen de otros estados de la República o el extranjero. O bien, los que no tienen planeado salir de la ciudad. Aquí encontrarán una amplia variedad de actividades turísticas para pasarla bien, y a su vez conocer arquitectura, historia, arte, buen comer y diversión.

La Ciudad de México encuentra su origen en el llamado Centro Histórico, delineada como un mapa cósmico de cuatro direcciones por los aztecas, retomada como un tablero de ajedrez por los españoles, reedificada como una metrópoli conventual y aristocrática.

El corazón de la Ciudad de México es un sitio vivo, bullicioso y contradictorio, los discretos colores de la arquitectura del centro se basan en el juego de la cantera y el rojizo tezontle; su ritmo lo determina una centenaria vocación comercial enmarcada bajo balcones de hierro forjado; su exaltación es acompasada por las fiestas religiosas y las luchas sociales.

El visitante puede emprender un recorrido mediante el Turibús, – que muestra las principales construcciones, barrios y sus leyendas -, o en bici-taxis, pero el mejor medio es simplemente recorrerlo a pie.

La geométrica regularidad del centro permite visitar sus distintos barrios, agrupados en cuatro sectores: San Sebastián, Santa María, San Juan y San Pablo, que confluyen en el Zócalo; o recorrer ciertas calles que apuntan a los puntos cardinales y se nombran por las repúblicas de América Latina, los héroes y acontecimientos nacionales, y alguno que otro nombre anecdótico. La ciudad también se disfruta desde algunas plazas y parques de amplia tradición.

Zócalo capitalino

Zócalo de la ciudad de México. Centro Histórico.
Zócalo capitalino

La plaza mayor, llamada Zócalo, evoca ese gran sito de culto y ombligo del mundo que fue el centro ceremonial de México-Tenochtitlan y que hoy reúne los símbolos nacionales del poder. Aquí se mezclan el resonar de tambores, los cascabeles de los danzantes y el copal de modernos curanderos. Sitio de referencia, protesta, rito o de fiesta nacional.

En el costado Oriente de la plaza se encuentra el Palacio Nacional, conjunto de edificios donde de asienta el poder civil. Su interior contiene varios patios en cuyos corredores y escaleras pueden verse pinturas murales de Diego Rivera, cuya iconografía relata episodios nacionales con gran detalle. En su interior se puede visitar el Recinto-Homenaje a Benito Juárez y un jardín botánico. La plaza se enmarca con los edificios del Departamento del Distrito Federal, el Antiguo Ayuntamiento y el Portal de Mercaderes.

A unos cuantos metros se encuentra el Templo Mayor, donde pueden verse los restos emergidos de la tierra del doble templo mexica y un museo anexo con impresionantes ofrendas encontradas en el sitio, la colosal piedra de la diosa Coyolxauhqui y maquetas del centro ceremonial.

En la Plaza de Santo Domingo se puede visitar la sede de una de las instituciones más connotadas y temidas de la Nueva España: el Palacio de la Inquisición. También es posible recordar las tradiciones y leyendas en torno a este tribunal; la vida de la antigua Aduana y el Portal de Evangelistas. El edifico de la antigua Aduana y la casa del maese Diego Pedraza terminan de enmarcar el ámbito de esta plaza.

Vecina de la Alameda, la Plaza de Minería reúne varios de los edificios más suntuosos de la ciudad: el Palacio de Minería, la antigua Secretaría de Comunicaciones hoy Museo Nacional de Arte y el Palacio de Correos. Al centro se ubica la estatua ecuestre de Carlos IV, llamada El Caballito.

Calles con gran historia

Calle Francisco I. Madero.
Calle Francisco I. Madero

Muchas calles del Centro Histórico de la Ciudad de México han adquirido fama o reúnen un carácter peculiar: algunas fueron asiento de gremios artesanales, de ilustres moradores o siguieron el trazo de una calzada prehispánica transformada en colonial paseo. Algunas calles poseen leyendas propias, otras fueron abiertas por la fuerza de la modernidad y recompuestas al gusto de la época.

La calle de Moneda, nombrada así por que allí se encontraba la antigua Casa de Moneda de México. Sigue la misma dirección que de la calle Soledad, y en su trayecto se acompaña de magníficos edificios, museos y monumentos religiosos de primer orden como el Palacio del Ex-arzobispado, el Museo de las Culturas, las casas del mayorazgo de Guerrero, la Iglesia de Santa Inés y su claustro convertido en museo José Luis Cuevas y La Academia de San Carlos.

De nombre prehispánico, la calle de Tacuba ha sido escenario de fastuosas procesiones y celebrado la entrada de emperadores, profesión de monjas y la construcción de algunos de los palacios donde sin duda el chocolate se enseñoreaba de las almas más débiles. Cabe mencionar también la calle de Francisco I. Madero, aquí es posible visitar también el templo expiatorio de San Felipe Neri, el llamado Palacio de Iturbide, la iglesia jesuita de La Profesa, los magníficos edificios comerciales y joyerías que desembocan en la Plaza Mayor.

En Isabel la Católica el turista también puede visitar la casa de los Condes de San Mateo Valparaíso o asomarse a la antigua Biblioteca Nacional. Sobre la Avenida Pino Suárez emprende el camino del sur, inicia en la Suprema Corte de Justicia, seguida de agradables cantinas y el majestuoso Palacio de los Condes de Santiago, para diluirse en su infinita actividad comercial.

Borde de la antigua ciudad, la hoy avenida Eje Central fue denominada Calzada del Niño Perdido. Hoy atraviesa la ciudad de norte a sur y en su paso por el centro se llena de bullicio comercial. En el cruce de la avenida Arcos de Belén verá los monumentos gemelos de la fuente y la iglesia del Salto del Agua. No lejos de allí se encuentra la mole de tezontle y cantera del Colegio de las Vizcaínas, con su capilla oculta.

Hacia el norte se encuentra la Plaza de la Computación, la Churrería del Moro, la librería de la Ciudad de México. En el cruce de Francisco I. Madero se encuentra la dominante Torre Latinoamericana, mirador obligado del espacio abierto del Palacio de Bellas Artes.

Tanta caminata despierta el apetito

Pasillos del mercado "La Merced".
Pasillos del mercado «La Merced»

El Centro Histórico de la ciudad de México reúne el ritual del mundo prehispánico, el aromático y abundante plato español, las dulces o picantes tentaciones monjiles, todo ello multiplicado por casi cuarenta regiones del país, viandas francesas y hasta la inevitable “fast food”.

Al estar de visita en la ciudad, vale la pena recorrer alguno de los mercados en los que la enorme variedad de frutas, hierbas y flores llenan el ambiente con sus aromas y coloridas disposiciones. Los más destacados son el de la Merced (todo tipo de productos), San Juan (productos regionales y especialidades culinarias orientales y kosher) y Sonora (hierbas medicinales).

La comida tradicional suele requerir paciencia, delicadeza y algún secreto que se transmite de generación en generación. Este sabor es posible constatarlo en muchos de los restaurantes tradicionales de la ciudad, algunos de antigua fundación. La modernidad dio origen a la Nueva Cocina Mexicana, que busca nuevas combinaciones, raciones moderadas y presentación refinada. Por su parte, el rescate arqueológico también se ha depositado en los platos de la Cocina Prehispánica, que le sorprende con flores e insectos de delicado sabor y piezas de pavo o conejo envueltas en hojas aromáticas.

Esta ciudad ofrece también muy buenos restaurantes de cocina internacional, en los que destacan los franceses y españoles. En todos se acostumbra iniciar con un aperitivo y después acompañar la comida con vino o alguna otra bebida, pero la degustación puede resultar más amplia si se dirige a alguna de las excelentes cantinas, donde tradicionalmente le ofrecerán alguna botana para acompañar su bebida y animar la conversación; los sofisticados bares de corte internacional o las casi extintas pulquerías, sitios populares donde se rinde culto a mayaguel, diosa de la bebida prehispánica del pulque. El delicado balance enzimático de esta bebida no le permite viajar tanto como a sus parientes destilados: el mezcal y el tequila.

Sus museos y centros culturales

Museo Nacional de Antropología e Historia.
Museo Nacional de Antropología e Historia

La mayoría de los museos abren de martes a domingo de las 10:00 de la mañana a las 17:00 horas, aunque algunos tienen horarios extendidos como el Museo de Antropología (hasta las 19:00 horas) o vespertinos en ciertos días (como San Ildefonso). Los domingos la entrada es libre casi siempre y los precios de entrada varían entre 50 y 100 pesos.

Entre los principales museos que se pueden visitar en el Centro Histórico se encuentran el Antiguo Colegio de San Ildefonso, un conjunto de edificios de tres niveles, dedicados a exposiciones temporales de temas diversos. El Museo de San Carlos, en el amplio y armónico edificio que fuera la casa del Conde de Buenavista, diseñado por Manuel Tolsá hacia finales del siglo XVIII, contiene la colección de arte europeo de la Academia de San Carlos (siglos XV al XIX) y escultura mexicana del siglo XIX.

El Museo Franz Mayer, ubicado en el que fuera un edificio hospitalario del siglo XVI, permite apreciar servicios museográficos, una biblioteca histórica, auditorio y exposiciones temporales. Por su parte, el Museo Nacional de Arte, el impactante edificio de principios de siglo que alberga las colecciones de arte mexicano colonial, moderno y contemporáneo; aparte de lo valioso de las obras, el edificio es un atractivo en sí mismo.

Otros museos que complementan esta vasta gama son la Pinacoteca Virreinal de San Diego, Museo del Palacio de Bellas Artes, Museo Cuevas, Museo de la Alameda, Museo Nacional de Arte, Museo del Templo Mayor, Museo de la Medicina dentro del señalado edificio del Palacio de la Inquisición, Museo de la Caricatura. Museo del Calzado, Museo Numismático, Museo Postal Dentro del edificio de principios de siglo de corte Neoveneciano llamado Palacio de Correos, Museo de Artes e Industrias Populares, Museo de la Charrería, Museo de la Indumentaria Mexicana, Museo Nacional de las Culturas, como parte de las construcciones del Palacio Nacional, Museo de la Ciudad de México, Museo del Ejército, Museo Legislativo y el Claustro de Sor Juana.

Un poco de diversión en el Centro Histórico de la ciudad de México

Para actividades recreativas en el Centro Histórico, se pueden visitar sitios llenos de historia como el Teatro Fru Fru o el Teatro Blanquita, además de museos, monumentos históricos, barrios, plazas, comercios, bares, comida y bellas artes. El Centro Histórico también ofrece para los pequeños una amplia diversidad de cursos de verano, organizados por el Gobierno de la ciudad de México y dirigido a niños y niñas de 8 a 12 años, con el objetivo de concientizarlos sobre la importancia de los bienes patrimoniales de la capital del país, todo a través de juegos didácticos, lecturas y actividades recreativas.

Otras opciones son las que imparte el Centro Cultural de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el Museo de la SHCP, en el Antiguo Palacio del Arzobispado, así como los “Talleres de Verano en Templo Mayor y Tlatelolco”, donde los participantes conocerán a los antiguos mexicanos, sus animales, la forma de elaborar sus vasijas, los vestidos, el intercambio comercial, la música y la danza.

El Centro Histórico de la capital mexicana es un sitio que encierra las raíces de una cultura ancestral, con amplio toque artístico, monumental y humano; lleno de comercios, museos y restaurantes. En sus calles, barrios y plazas se encierra un mundo por descubrir, y los veranos es el pretexto ideal para ello.

Más información: Museos de México

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