Los escenarios que suelen servir de marco al paso de los pasos, al desfile de cruces y vírgenes llorosas, al lento caminar de los penitentes normalmente son fachadas góticas de iglesias, estrechas callejas de pueblos y ciudades, balcones con banderas y plazas engalanadas en la Semana Santa en Mérida.
Pero ningún escenario es comparable al que rodea al vía crucis en la madrugada del Viernes Santo en las milenarias piedras del Anfiteatro Romano. Allí, donde antaño sonaron los versos de los poetas y hoy retumba el silencio. En ese lugar protegido como Patrimonio de la Humanidad y uno de los mejores vestigios del buen hacer de los romanos en su amplio Imperio.
Y es que, solo por eso, la Semana Santa de Mérida es una de las más impactantes de España y del mundo, una celebración que es Fiesta de Interés Turístico Nacional desde 2010 y aspira a ser declarada de Interés Internacional. Una celebración que tiene como punto de referencia la solemne procesión y Vía Crucis con la imagen del Santísimo Cristo de la O en la noche del Jueves al Viernes Santo y que se realiza dentro del recinto del Anfiteatro Romano, el mejor ejemplo de este estilo en la ciudad, aunque no el único. Los monumentos romanos de Mérida se convierten en uno de los mayores atractivos durante las procesiones de Semana Santa. La llegada de los distintos pasos a la Plaza de España y la salida, así como la entrada de los mismos en sus templos, constituyen también algunos de los momentos más destacados de la Semana Santa emeritense, junto al pregón del costalero o el concurso de saetas.
Durante los días de la Semana Santa destaca el recorrido de las Hermandades y Cofradías, por distintos monumentos ubicados en el centro histórico de la ciudad como el Arco de Trajano, el Puente Romano, el Templo de Diana o la Alcazaba árabe, que le conceden un toque de distinción único con respecto a similares celebraciones. Nueve Hermandades realizan sus Estaciones de Penitencia desde el Domingo de Ramos hasta el de Resurrección. En conjunto, se saca a la calle más de 30 pasos, con tallas e imágenes de valor histórico-artístico indudable, obras maestras salidas de las manos de imagineros de gran renombre.
La Semana Santa es una de las fiestas más profundas y arraigadas que se celebran en España. Esta conmemoración cuenta con siglos de historia y tradición, y en ella se recuerda la pasión y muerte de Jesucristo. Las calles de la mayoría de ciudades y pueblos de España se convierten en escenarios de fervor y devoción religiosa, en los que se entremezclan el duelo y el recogimiento al recordar la muerte de Cristo, con la música, el arte, el colorido y la magia de las procesiones, desfiles solemnes en los que numerosas personas acompañan a las imágenes religiosas. La popular procesión de “la borriquita”, que sale desde la Concatedral de Santa María el Domingo de Ramos, marca el comienzo de la Semana Santa de Mérida que cuenta con una larga tradición. Ya en el siglo XVI se conoce la existencia de una Cofradía de la Vera Cruz o de la Sangre. De 1561 son las reglas de la Cofradía de Nuestra Señora de la O y en el último tercio del siglo XVI se constituye la Cofradía de la Soledad en la Parroquia de Santa María. En el siglo XVII aparece constituida en la Iglesia de Santa Eulalia otra Cofradía de la Sangre, bajo la advocación del Santísimo Cristo de los Remedios.
Desde el Ayuntamiento de Mérida y la Junta de Extremadura y con la colaboración de la Junta de Cofradías se está trabajando para conseguir que la Semana Santa sea declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, para ello se están intensificando las acciones, tales como el documental Hosanna, un proyecto audiovisual que nace para promocionar el atractivo turístico de la ciudad en el que se muestran los momentos más característicos y emblemáticos no solo de las procesiones, ya que también se exhibe el conjunto monumental para aportar un punto de vista distinto, con el fin de aumentar los visitantes sean o no creyentes. Por su parte, la Junta de Cofradías y el consistorio ya están trabajando para poner en marcha recreaciones teatrales de la pasión en los monumentos.
Mérida, capital y núcleo institucional de Extremadura, es también referencia turística en todo el mundo debido a su importante conjunto arqueológico y monumental, por el que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1993. Cuenta con un gran número de monumentos de enorme importancia que mantienen viva la historia acontecida en la ciudad muchos siglos atrás. No obstante, esa historia viva contrasta con la actualidad y modernidad de los nuevos tiempos, plasmada en los edificios de nueva construcción, modernos y funcionales, que han convertido a la ciudad en todo un referente de ciudad congresual y de servicios.
Arte e historia
La historia aún hoy rezuma en cada una de las piedras que sustentan grandes referentes artísticos de distintas épocas, de la Roma más gloriosa, del visigodo más atractivo y del presente más vivo y dinámico. Mérida atrapa de inmediato. Muestra ese halo que sólo poseen las grandes damas, erguidas frente a quienes se acercan atraídos por su prestancia, su elegancia innata y su belleza.
Mérida se esfuerza en dar a conocer y mostrar las peculiaridades de la cultura, el turismo y la gastronomía de la ciudad y, por extensión, de toda Extremadura, así como para descubrir lo mejor de Iberoamérica. Mérida, se convierte en un puente, que no dejó de existir nunca, entre América y España. Desde los tiempos del Descubrimiento, la capital extremeña ha mantenido el intercambio constante de cultura que ahora se celebra. La unión entre Extremadura y América está sellada desde hace siglos gracias a la presencia de muchos descubridores y aventureros que se lanzaron al Nuevo Mundo en los siglos XV y XVI: Francisco de Orellana, descubridor del Amazonas; Hernán Cortés, conquistador del imperio azteca y descubridor de la Baja California; Vasco Núñez de Balboa, que avistó las tierras de Panamá; Pedro de Valdivia, fundador de Santiago de Nueva Extremadura (Santiago de Chile), y Francisco Pizarro, conquistador de Perú, entre otros. Una historia viva que hoy puede conocerse a través de la Ruta de los Descubridores, un itinerario que nos lleva del Real Monasterio de Guadalupe al casco antiguo de Cáceres y a recorrer las calles de Trujillo, por ejemplo.
En esta capitalidad se han volcado todos, Administración y empresas privadas, para conseguir que la cultura gastronómica de la región llegue a la gente y para que los nexos de unión con la cultura iberoamericana se mantengan vivos. Y todos esperan que esta distinción le dé a la ciudad la dimensión internacional que merece.
Mérida dispone de un conjunto arqueológico con una treintena de elementos que todo visitante debe conocer, que recogen la esencia de los pueblos que ya estuvieron aquí antes y que han sabido adaptarse al paso del tiempo sumando otros edificios más contemporáneos. Así, el Museo Nacional de Arte Romano de Rafael Moneo, el Puente Lusitania sobre el Guadiana de Santiago Calatrava o el Palacio de Congresos de Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, ejemplifican que lo que fuimos y lo que somos pueden convivir sin más pretensión que enriquecerse mutuamente. El turista que llega a Mérida ya sabe que no puede dejar la ciudad sin recorrer su Teatro Romano, que desde su inauguración entre los años 16 y 15 a. C. ha sabido mantenerse como eje cultural indiscutible y que sigue recibiendo cada año a 6.000 espectadores que comparten cada una de las obras del Festival de Teatro Clásico de Mérida.
También el Anfiteatro Romano, al lado del Teatro, que tiene capacidad para 15.000 espectadores y que, a buen seguro, disfrutaban en sus inicios de los juegos de gladiadores y las luchas entre animales salvajes. Uniendo las dos orillas del Guadiana se levanta el Puente Romano, también de la época de Augusto. Consta de 60 arcos de medio punto, 792 metros de longitud y 12 metros de altura, y es una de las piezas clave para entender el papel tan decisivo que Mérida ha jugado en distintos momentos de la historia. Al igual que el Acueducto de los Milagros, del que aún se conservan 800 metros y que recibe ese nombre porque los emeritenses creen que es un auténtico milagro que esta construcción se haya conservado como lo ha hecho.
Además, Mérida regala la visita de otros enclaves también imprescindibles como el Templo de Diana, el Arco de Trajano, el Circo Romano, el Pórtico del Foro y la Casa del Mitreo. En realidad, quien pasee por esta ciudad extremeña se dará cuenta enseguida de que los restos arquitectónicos surgen en cualquier calle, tras cualquier esquina, sin pedir permiso para el deleite de los amantes de la historia y de la belleza. El visitante también merece conocer los restos visigodos e islámicos que recorren la ciudad: la iglesia barroca de Santa Clara, la basílica de Santa Eulalia, la Alcazaba construida en el año 835 siguiendo los deseos de Abderramán II, o el oratorio dedicado a Santa Eulalia, mártir emeritense, conocido popularmente como Hornito.
Gastronomía de altura
Una parte importante de los ingredientes que hoy consideramos nuestros nos llegaron desde América gracias, por ejemplo, a los viajes realizados por los navegantes extremeños. Productos como el tomate, eje hoy de la agricultura extremeña, la patata o el pimiento. La gastronomía extremeña se da la mano con la iberoamericana en base a productos de primera calidad que, en manos expertas, tomarán texturas y sabores únicos para celebrar esta capitalidad. Una cocina en la que se mezclan, con esmero, las influencias judías, árabes y cristianas. En estos meses, es posible, por ejemplo, disfrutar de unas tapas de jamón ibérico, de excelentes quesos o creaciones innovadoras con carnes de calidad, al lado de un templo romano que tiene más de 2.000 años de historia, y poder, a continuación, presenciar el paso de una solemne procesión o, en otros momentos, una de las obras programadas en el Teatro Clásico de la ciudad.
Los productos extremeños tienen una calidad contrastada que facilita que los cocineros puedan extraer lo mejor de cada uno de ellos para elaborar manjares clásicos o renovados, sabrosos en definitiva. La región cuenta con un total de diez Denominaciones de Origen, dos Indicaciones Geográficas Protegidas y muchos productos con el sello Alimentos de Extremadura, prueba de su calidad. ¿Quién renuncia a una tapa de un buen jamón Dehesa de Extremadura sólo acompañado de un excelente aceite de Gata-Hurdes, a una carne con distintivo aderezada con pimentón de la Vera? ¿A un bocado de queso de Ibores, de la Serena o de torta del Casar, acompañado de un blanco o un tinto de Ribera del Guadiana? ¿O a unas sabrosas picotas del Jerte, o un postre elaborado con miel de Ibores? Estos son sólo algunos ejemplos de los sabores que son irrenunciables, pero la pericia de los cocineros extremeños ha conseguido elaborar platos novedosos con los productos que serán los protagonistas de las jornadas gastronómicas que se suceden a lo largo del año en Mérida.
En los días de Semana Santa hay dos celebraciones especiales: la Torrijada Popular que organiza la Cadena COPE Mérida, un acto gastronómico y lúdico que pretende completar la oferta de actividades en torno a la Semana Santa de Mérida. También la Feria del Dulce Conventual y Artesano se celebra en la Plaza de España coincidiendo con la Semana Santa, entre el 24 y el 27 de marzo. Hasta 100 variedades distintas de dulces podrás disfrutar y comprar, desde tocinillos de cielo hasta mazapanes pasando por magdalenas, huesos de santo, corazones de almendras, palmeras de hojaldres o polvorones, serraduras, pastelitos de Belén… Con esta iniciativa, se trata también de contribuir al mantenimiento de los conventos de clausura que, en su mayoría, se sustentan de la venta de dulces artesanos, por lo que el certamen es un medio de ingreso y una ayuda para sostener el patrimonio y el modo de vida monacal.
Más información: Semana Santa de Mérida, Extremadura.